El cerebro de los niños se triplica en tamaño en su primer año de vida.
Leer en voz alta y conversar permanentemente con ellos alimenta sus cerebros con millones de palabras que permiten que se creen conexiones neuronales básicas para su desarrollo cognitivo.
La exposición pronta de los niños a los objetos de lectura es fundamental para extender su apreciación del mundo y su comprensión de todo lo que existe y lo que le ocurre.
La experiencia de tener al frente imágenes y textos, y detrás a un narrador acompañante que lo guía y le complementa cada historia es invaluable en el desarrollo intelectual, afectivo y social de los pequeños.
La exposición temprana a la lectura aumenta su inteligencia y logra que de los 2 a los 3 años puedan componer frases complicadas, recordar y narrar eventos, construir conocimientos generales, capturar información nueva y desarrollar su capacidad de reflexión.
Todas estas serán ventajas esenciales para toda la vida.