Imaginemos por un momento que llegamos a un país nuevo en el que no conocemos el idioma.
¿Seríamos capaces de aprenderlo solamente escuchando a la gente? Pues bien, ese es el gran reto que tienen los niños pequeños y lo logran todos los días en todas las casas del mundo.
Pensemos un momento en lo que tienen que hacer. Primero tienen que detectar cómo se llaman las cosas, los colores, los números; luego tienen que entender cómo se relacionan las personas, qué se dice en cada ocasión y cómo se responde; tienen que adquirir conceptos abstractos que no tienen relación con cosas tangibles; luego hay que entender la lógica de los tiempos, el orden de las palabras, las reglas, las excepciones, las sutilezas a veces inexplicables.
El proceso de perfeccionamiento del habla de un pequeño siempre es fascinante. Cada día nos sorprenden con lo que entienden y lo que expresan y en muy poco tiempo se convierten en nativos del idioma.
Todo eso simplemente observando y escuchando a la gente. Aquí cabe recordar la importancia que juega la lectura acompañada de muchos textos para multiplicar las palabras que escuchan y recorrer escenarios muy variados con la imaginación y la conversación.

En nuestra edición CUCÚ – PALABREANDO queremos explorar la importancia de las expresiones, dichos, costumbrismos y demás riquezas del idioma que el niño encuentra en su entorno desde el primer dìa.
Es impresionante la capacidad que desarrollan para comprender que su idioma nativo a veces depende de cada persona con la que interactúan, que los padres y abuelos difieren en lo que dicen, que hay acentos, que una misma cosa puede tener muchos nombres, que en la tele hablan distinto. En fin, que llegado el momento de expresar algo, se puede errar inocentemente.
Al fin qué… ¿Tú, vos, usted o sumerce?
Ni siquiera los adultos nos hemos puesto de acuerdo en cuál es la regla. Las familias de cada región tienen razonamientos distintos sobre la manera en que hay que dirigirse a cada persona y cuándo está bien cambiar uno por otro. Las madres enojadas cambian el uso, las personas en la calle y en los almacenes nos dicen de una forma u otra según la ciudad en que estemos. Lo importante es no mezclarlos en la misma frase y que los niños descubran la coherencia (o incoherencia) de lo que dicen los adultos.
Los conectores y frases de énfasis
Cuando hay que contar historias largas, experiencias o sucesos, se debe lograr que las frases se interconecten y que una traiga a la otra. Los niños pueden empezar a adquirir herramientas de narración por su cuenta, pero muchas veces es bueno ayudarles a practicar su uso. No es raro que nuestras propias frases de énfasis muy pronto salgan también de sus bocas, no siempre acertadamente.
Las picardías del lenguaje
La gente es exagerada, ruidosa, chistosa, sarcástica y los niños tienen que aprender a distinguir cuando dicen las cosas en serio o en broma. También explorar ellos mismos las formas de expresión que escuchan y buscar oportunidades para practicarlas. Acompañémoslos en esos descubrimientos y estemos listos a ayudarles a interpretar el sentido de una expresión y su uso apropiado.
Las “malas” palabras
La tolerancia de cada grupo familiar es muy diversa con respecto a esa clasificación de las palabras. Es muy común que los niños sean minoría en las reuniones familiares y algunas veces su presencia pone en jaque la naturalidad y espontaneidad de las conversaciones adultas. Se advierte con miradas y “tos repentina” cuando algo se escapa, con la esperanza de que no haya sido absorbido inmediatamente por los pequeños, pero todos sabemos que es inevitable. A lo mejor no hay que ponerle tanto misterio al asunto.
Disfrutemos del lenguaje juntos
La apreciación de las formas de hablar de las personas en las diferentes generaciones o regiones, da para tener conversaciones muy entretenidas con los niños. Palabras que ya no se usan, pero que eran muy bonitas; expresiones populares que siguen vigentes aunque nadie sabe por qué; costumbrismos, acentos, juegos de palabras, gestos corporales, dichos, coplas, repentismos, improvisaciones y muchas otras joyas del lenguaje están allí en los labios de la gente. Descubrámoslas con nuestros pequeños conversadores y nuestras pequeñas parlanchinas.
¡A gozar con nuestro idioma!
Guillermo Ramírez
CUCÚ palabreando
Las palabras tienen vida propia. Nos saludan, nos acompañan, nos informan del universo, nos invitan a contar historias, nos permiten explicar nuestros sentimientos y, generalmente, nos alegran la existencia. Hay palabras cortas, palabras largas, palabras chistosas, palabras impronunciables, palabras inconmensurables, palabras como hipopotomonstrosesquipedaliofobia (el miedo a las palabras largas)… o la palabra más corta y más expresiva de la lengua española: “¡Ve!”
Nuestra nueva edición viene cargada de juegos de palabras, de tradición oral, de estrofas para cantar y, por supuesto, de poderosas imágenes que, como dice el dicho, “valen más que mil palabras”. Las palabras pueden estar impresas en el papel, o pueden surgir de la conversación que tengamos en cada página con nuestros compañeros lectores de todas las edades.
No les anticipamos más para que se sorprendan al explorar CUCÚ PALABREANDO y disfruten del trabajo de más de 20 artistas y escritores latinoamericanos comprometidos con la promoción de la lectura en los niños.