La alegría de leer empieza desde que los niños nacen.
Al abrir los ojos, los bebés empiezan a leer todo el mundo que los rodea. Las formas, los rostros, los gestos, los colores, los objetos: todo debe ser leído en un lenguaje que apenas empieza a formarse en su cerebro, gracias a los adultos que los acompañamos.
Todos los que rodeamos a un niño somos sus maestros y sus intérpretes del mundo.
Somos sus lectores acompañantes.